Mi misión

Mi historia de salvación comenzó en el verano de 1988. En ese momento, desconocía que el Espíritu Santo estaba preparando mi corazón para recibir la salvación. Tampoco sabía que también era el Espíritu Santo quien me impulsaba a unirme al Ejército de los Estados Unidos. Ahora veo que todo era parte de su plan para mí. El Ejército fue el vehículo que usó para llevarme a un lugar donde pudiera conocer toda la verdad del Evangelio de Jesucristo. Después de completar con éxito el entrenamiento básico y el entrenamiento individual avanzado, mi primer destino fue el Centro Médico Tripler del Ejército, también conocido como TAMC. Los primeros meses en un lugar nuevo, tan lejos de casa, fueron difíciles. Luego conocí a un compañero soldado, salimos un tiempo y luego nos casamos. Poco después de casarnos, di a luz a nuestro hijo. Sin embargo, sentía un anhelo en mi corazón, como si algo faltara, pero no sabía qué era. Un día, mi nuevo esposo llegó a casa y me dijo que una compañera de trabajo nos había invitado a su iglesia. Ni siquiera tuve que pensarlo; tenía un fuerte deseo de aceptar. Su invitación. No tenía nada que ponerme que me pareciera apropiado para la iglesia. Así que fuimos a comprar ropa para la iglesia. El domingo siguiente estábamos listos para ir. Sentíamos que todo nos impedía llegar. Mi esposo estaba a punto de darse por vencido y no ir, pero yo dije: "¡No, tenemos que ir!". En el fondo, sentía que teníamos que ir. Finalmente, llegamos y encontramos a su compañero de trabajo. A pesar de todos los contratiempos, llegamos a tiempo. Como estábamos en Hawái, nos recibieron con un collar de flores al cuello y fue la bienvenida más cálida que jamás había recibido. Escuchamos el mensaje predicado y nos ofrecieron la oportunidad de aceptar a Jesús como el Señor de nuestras vidas; subimos al altar e hicimos ese compromiso.